lunes, 27 de diciembre de 2010

Maligno.

Saliendo un poco de la rutina, de escribir bonito, qué increíbles son las vueltas que da la vida. Han habido dolores más fuertes de los que hubiera creído que podría soportar, y en tan poco tiempo que no sé cómo estoy de pie. En realidad me creí más débil, creí que no tendría la capacidad de soportarlo. Pero, quizá necesito no sé, contarle a alguien. Y quién mejor que a mi blog, donde nadie pasa, donde quizá no haya más que alguien que pase y ponga "Siguiente Blog" así que, si usted es de estas personas, usted va a leer algo de una persona que quizá en su vida le importe. Primero... no fue un buen año, y todos los saben. Al menos tuve la única relación sin malos recuerdos hasta lo que va de vida. Nunca te lo dije Natalia, pero fue realmente bonito que fueras mi pareja, y aún más bonito que ahora nos llevemos así. Quizás tampoco nunca leas esto, qué sé yo. Como que, el quiebre se produce cuando terminamos. Sería una falacia decir que eso causó el estado, sólo fue una sucesión no relacionada de eventos. El negocio acabó, no digamos que fue un golpe duro, pero me ayudaba a sentirme seguro económicamente -aunque diablos que engordé-. Luego, me gusta alguien. Me encanta alguien. Espero a alguien. Resumiendo 6 meses en 4 frases. La espera fatiga, cansa, mata. Pero, ella dice que la hago sentir de una manera distinta. Y voilà, me besa. Estamos juntos. Nadie lo sabe, pero estamos juntos. Y aquí viene el golpe: pasa un mes, el día en que quiero, qué sé yo, concretar la relación, proponerle que esto sea serio, se acaba. Y ella no lo supo, nunca supo mis deseos. Sin embargo me quebré. Me quebré como nunca en mi vida por alguien. Me quebré porque la noche anterior se disipó la última duda de si la amaba o no. Y sí, ella es la primera persona a la que le digo "te amo" de corazón. El quiebre duele, me confunde. Pasa tiempo, y siento que puedo ponerme de pie, y volver a caminar, dejar de estar tirado por el dolor. Pero no, no puedo. Aún duele. Y vuelvo a creer que puedo ponerme de pie, y esta vez el doctor dice lo contrario. Es feo el nombre de la enfermedad, y me apesta escribirlo. Y también duele. Es un golpe terrible. Y, me quiebro nuevamente. Pero, en realidad, me quiebro en risas. La vida es una ironía. La vida es un chiste, a veces de buen gusto, a veces de mal gusto. Es un humor negro, a veces blanco. Pero de que es un chiste, lo es. Hacen falta comediantes, para hacernos dar cuenta de que sí es un chiste. Los golpes te matan, pero los muertos se terminan alzando. Mientras más veces caes muerto más veces te levantas de la muerte, más fuerte, con más experiencia. Esta es sólo otra muerte. Ya me voy a levantar. Y, esta humorada continua, el chiste continúa, el show continúa, porque debe continuar. Y no pienses que sin ti se detiene, porque no es así. Un chiste es prescindible en un mundo de chistes. Así que, se un buen chiste y prevalece. Y procura entretener. Procura ser un chiste que no se deje morir por la muerte, que se levante y sea aún más gracioso. Porque luego viene otra muerte que ya no saca risas, y de esa no te vas a levantar. Sé un buen chiste, sé el mejor chiste, procura ser parte del show, si mueres, si caes levántate, y sigue avanzando. Mira que soy redundante. Sé un buen chiste, sé el mejor chiste. O mejor, sé un comediante.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Gradiente.

De pronto, algunos dolores me parecieron un juego de niños.