lunes, 29 de noviembre de 2010

Inspiración alternativa.

Por más que intenté pedirle ideas plasmables en un escrito a mi mente, no respondió. Me frenaba las ideas. Me dejaba en blanco. Así que, pensé en pedir nuevos consejos. Consejos que me hablaban de tu belleza. Microscópica, titánica, presente, etérea. Y me recordó tu mano, faérica, que me lleva al cielo. Al igual que tus ojos, al cielo, a la cima de su profundidad, a la sima de su grandeza. Y estos consejos, estos recuerdos antitéticos que difieren y concuerdan, me confunden y me aferran a la certidumbre. Y me recordaron tu sonrisa, estremecedora, que va y viene, me lleva y me trae, me mata y me da la vida, tu sonrisa, maravillosa como el mar, como la vida, de ensueño, eterna, efímera. Sin embargo, luego de todas las imágenes que grabo en la piedra del papel, llega una frase. Unas letras, unos símbolos, unas líneas. Que no difieren, que no tienen opuesto. Un "te quiero" sin más ni más, sin su opuesto, en su lugar está sólo su reflejo. Adivina a quién le pedí el consejo.

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